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Bolivia ¿La hora del cambio?

Roger Ortiz Mercado

A modo de introducción

La sucesión histórica de Bolivia expresa falencias en la conformación del estado-nación como resultado de la ausencia de una clase dirigente (élite) comprometida con un proyecto de construcción nacional, que genere valores compartidos, en el cual se amalgame las distintas nacionalidades existentes en el país y como resultado se estructure un Estado Nacional incluyente en lo social, económico y político.

La clase dominante en Bolivia instaló un modelo de desarrollo hacia afuera que se expresa en su concepción rentista. Esta caracterización del desarrollo nacional denota la debilidad conceptual y metodológica de la clase dirigente en el largo periodo republicano de 1825 al 2008.

El documento Estrategia Socio-Económica del Desarrollo Nacional 1971-1991 dice "El análisis de la evolución socio-económica del país no puede reducirse a un examen de su articulación interna, desvinculada de los elementos externos determinantes de la configuración misma de la sociedad. Por el contrario, debe centrarse el esfuerzo en la consideración de las interrelaciones entre lo exógeno y lo endógeno, a fin de poder interpretar, claramente, tanto los intentos de transformación, como los de mantenimiento del sistema socioeconómico boliviano (...) No hay separación entre los intereses internos de una nación periférica frente a los intereses internos de otro país hegemónico. Los grupos dominantes metropolitanos y los grupos dominantes nacionales tienen generalmente intereses convergentes. Estudiar el fenómeno de la dominación externa exige estudiar las causas internas de dominación y sus interrelaciones."

Estado, geografía y geopolítica

La crisis política actual, exhibe las diferentes "fallas tectónicas" propias de no tener un Estado Nacional moderno. Esta situación, no permite obtener objetivos comunes y valores compartidos, del mismo modo, en nuestro espacio social y geográfico no se puedan articular políticas de desarrollo incluyentes y políticas de Estado de largo plazo, para una mejor utilización de nuestra capacidad internacional y alentar así, la unidad nacional que supere un pasado difícil en la arquitectura de una identidad que contenga su diversidad étnica y cultural.

Humberto Vázquez Machicado decía: "Nosotros los bolivianos ciudadanos de un país incipiente aún, sabemos lo que cuesta esa ignorancia de la geografía y cómo la cuenta respectiva se pagó no sólo en sangre y lágrimas, sino con parcelas del territorio nacional que ponen una orla de luto a nuestras fronteras".

La realidad demuestra como acción fallida la ausencia del Estado Nación, así el nacionalismo se presenta variable en su significado y en su significante. El nacionalismo boliviano no genera los valores compartidos de política y unidad. Ernest Gellner expresa un concepto a tenerse presente "Fundamentalmente, el nacionalismo es un principio político que sostiene que debe haber congruencia entre la unidad nacional y la política"

Sentimiento y relacionamiento de lo boliviano

Nuestra realidad se agudiza por el posicionamiento de la teoría del conflicto, la praxis de la confrontación y el exilio de lo político.

Los bolivianos no hemos podido compatibilizar nuestra diversidad cultural y étnica . Esta situación se asume de insalvable, cuando es su mejor condición, Ernesto Laclau, expresa "para Marx, como para Bataille, la heterogeneidad no es la antítesis de la unificación política, sino la condición misma de posibilidad de esa unificación."

Por otra parte, la rivalidad entre una comunidad del "Yo", no del "Nosotros", es una paradoja: un país subdesarrollado que se subdesarrolla en los desencuentros entre sus líderes y sus gentes, desaprovecha como hoy una coyuntura favorable para impulsar una creencia común, un ideario nacional, con ideas aglutinadoras, como las que se propusieron entre el 2002 y el 2005, cuando la propuesta era no cerrar caminos, ni entrar en juegos de la antipatria, ni caer en el espejismo de la patria chica, o de las republiquetas.

La historia nacional formula permanentemente preguntas como: ¿Por qué no nos unimos? ¿Por qué y cómo podríamos unirnos? ¿Quiénes somos? ¿Cómo lograr nuestra construcción nacional? estas preguntas son un punto de partida. Pretender que nuestro país, debe reducirse a una sola cosmovisión, sin considerar su variedad étnica y su realidad mestiza, es comenzar a formular una equivocada solución socio-política.

El conocimiento político, enseña que la prudencia es la inteligencia política, en el diálogo sólo la Virtù o inteligencia del poder puede superar el "deseo de poder", para comprender la razón política de "desear dominar y no ser dominado" (Maquiavelo).

La clase política está fallando, no asume su rol y se refugia en instituciones que corresponden a la sociedad civil, de esta manera el diálogo desaparece.

¿Cómo superar la crisis actual?

No pretendo decir como verdad revelada los criterios que se anotan a continuación. Por otra parte no agotan los diversos temas, pero obedecen a la reflexión que todo boliviano entiende y comprende que la salida puede realizarse sin resultados catastróficos.

El país que tenemos (como ninguno en Sudamérica) es el resultado de la decantación de una serie de perversidades propias (una dirigencia que no ha querido formar la Nación y el Estado) y otras situaciones provocadas por nuestros hermanos vecinos e intereses imperialistas.

Bolivia es el núcleo vital de la dura realidad que nos ha tocado vivir en estos 183 años de vida republicana. Se ha consolidado en lo geográfico algo más que una simple geografía; un espacio cultural y étnico de incalculable valor, pero que sólo tiene futuro en armonía y sin odios. Su ecología es una síntesis de América del Sur. Su biodiversidad representa una geoeconomía de indudable gravitación.

Para superar la crisis política la oposición debe abandonar el iluso propósito de reposicionar el modelo neoliberal bajo las banderas exclusivas de la autonomía (concepto meramente instrumental). La experiencia social, económica y política neoliberal dejó un balance negativo, por lo tanto, deben expresar sus intereses y abandonar sus humores. Exponer sus intereses afectados (Robert Dahl).

El gobierno, en especial el entorno de Presidente (aquí expreso que no creo que sea el pensamiento del Presidente Evo Morales Ayma) debe dejar de pensar una revolución por catálogo, este error lo cometieron los neoliberales.

Gramsci enseña que la crisis no es un derivado necesario de la economía, sino puede crear un terreno más favorable. Estos criterios, han inducido un proceso de obnubilación en torno a los ingresos por venta de hidrocarburos, minerales y valores de las exportaciones agrícolas, fortaleciendo negativamente la mentalidad rentista (como el Bono Dignidad, ¿sustituto del Bono Sol?). Además se comete otro error, no se ha concluido con éxito la nacionalización de los hidrocarburos, tampoco se ha logrado ajustar el intocable sector de la minería.

Bolivia ha luchado con éxito frente al capital transnacional y sus aliados internos en el tema petrolero, pero en el sector minero, el fracaso es lo que marca la gestión histórica de los procesos de cambio en Bolivia.

En el tema de los hidrocarburos se debe replantear la no acertada renegociación con Brasil. Se debe emprender una diplomacia que permita explicar y concienciar al pueblo brasileño, que el precio pagado es bajo y debe emparejarse con el esquema de lo fijado con Argentina en el 2006. Los precios actuales son inferiores en más de un 30%. Un cálculo simple que no deja ninguna duda, es que estamos perdiendo por año 300.000.000 millones de dólares, una suma superior al crédito otorgado por el Presidente Lula, en su reciente visita a Riberalta. En síntesis perdemos y nos endeudamos, recuperando lo que nos pertenece, podemos hacer todos los años una carretera igual pero sin deudas.

Se avecina un peligro, que ha buscado Brasil: negociar el precio con Argentina en tándem. Este tema se frustró en los días 17 al 20 de mayo del 2006, como se puede documentar con publicaciones del diario Clarín, de la Argentina.

Si Brasil y Argentina acuerdan precios iguales a la baja, el gas nacional deja de ser el motor del desarrollo y por tanto, exigua la generación del excedente económico. Bolivia, resignará aun más su control soberano sobre el gas.

Otros temas que nos enseña Gramsci, es que la crisis no es puramente política. Define que: "La crisis consiste justamente en que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer" Anota Portantiero, "Lo políticamente decisivo de la construcción gramsciana del concepto de crisis es que ella excluye toda idea catastrófica." Por lo tanto, debemos pensar que el cambio en Bolivia lo debemos ejecutar sin visiones morbosas.

La intromisión de las ONGs, han cercado al gobierno como bien señala Andrés Solíz Rada. La aparición desconcertante de supuestos "cooperantes" que proponen superar las contradicciones que Néstor García Canclini sugiere "que se redefinan las constituciones nacionales, que algunos estados se declaren pluriculturales, que aliados remotos les den solidaridad por Internet. Pero también descubren que ahora hay menos Estado para atender sus demandas y proteger eficazmente sus derechos. No hay pasajes sencillos de la nación maya al reordenamiento tripartidista del sistema político mexicano, ni del Tahuantinsuyu a la degradación urbana en La Paz o Lima, o a las reglas abstractas y los cabildeos de "la cooperación internacional." De la cita anterior se desprende una pregunta inmediata: ¿cuál ha de ser la estructura económica-financiera y organizacional del estado multicultural para atender las demandas en cuanto a la protección de derechos y para dinamizar el desarrollo social?

Los bolivianos si queremos recuperar la hora del cambio, y que no sea una pregunta sin respuesta, necesitamos comprender que los conflictos internos tienen una fuerte interrelación con los intereses externos. La crisis energética, el cambio climático y otros temas, son obstáculos en tanto y en cuanto, mantengamos la sistemática desunión instalada desde 1825 en nuestra vida republicana.

La Asamblea Constituyente no ha fracasado. Existen errores procedimentales; salvémoslos. No podemos jugar a que el texto constitucional sea el alfa y el omega del proceso de cambio. La existencia de Bolivia está en riesgo, existen intereses que apuestan por una desintegración y que puede redituarles beneficios altamente positivos.

Debemos conseguir una constitución que no potencie viejos problemas y cree nuevos. La ingeniería constitucional debe ser eficaz y eficiente, sin encarecer la democracia, sin burocratizarla, ni formar republiquetas.

La Autonomía expresa el extremo "Las entidades territoriales autónomas no estarán subordinadas entre ellas y tendrán igual rango constitucional" (Art.277 del proyecto de Constitución). Todo esto no permitirá planificar el desarrollo; el uso racional de los recursos naturales; el proceso burocrático y las exigencias económicas no podrán costearse. El efecto rebote puede quitar hacia futuro la vitalidad revolucionaria que se debe mantener para alcanzar el cambio social. La imagen de frustración no será camuflada por la autocomplacencia.

Está pendiente el debate constitucional, deben examinarse diferentes temas tales como ¿donde queda la nacionalidad boliviana? ¿Está contenida en los artículos 30 al 32? El proyecto constitucional no responde y debe ser respondido por los constituyentes mediante documento público.

El escenario socio político producto de la confrontación como teoría y como práctica, se determina como un escenario no político. Las dirigencias del gobierno y la oposición, traen a memoria lo que expresa José Sánchez-Parga: "no transferir al espacio público los problemas privados: "no confundir las enemistades privadas con las ofensas públicas" Se plantea ya aquí una estrategia y principios opuestos a lo que llegaría a convertirse en una poderosa tendencia histórica cada vez más generalizada: resolver los problemas públicos por medio de lo privado y los problemas privados por medio de lo público". Esta antropología política fue la que el pueblo boliviano quiso erradicar con su voto el 18 de diciembre del 2005, lamentablemente nos atrapa como una tendencia histórica (¿irreversible?) que parece ser el signo trágico de la existencia boliviana: la política del provincianismo y el provincialismo, se refuerzan en contra de la patria y sus hijos.

Publicado: diciembre 2008

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