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Perú: Educarse en las áreas rurales, una proeza

Milagros Salazar
Prensa indígena

María Belén Sabio, una indígena awajún de 30 años, logró culminar sus estudios superiores de maestra con sus cinco hijos a cuestas. "La vida en el campo no es fácil, me ha costado avanzar", aseguró a IPS en el noreste de la Amazonía peruana.

Educarse en las áreas ruralesNo todas las mujeres nativas pueden seguir sus pasos, la mayoría se queda a medio camino y sólo llega hasta la primaria, coinciden estudios y expertos. El tránsito de las mujeres indígenas por las escuelas es una historia incompleta. La oferta educativa ha crecido y las cifras oficiales muestran que la cobertura educativa en general supera el 90 por ciento, pero las niñas, adolescentes y jóvenes de las zonas rurales son el eslabón más débil de la cadena educativa.

"Mis hijos también estudian porque solo así podrán tener mayores oportunidades para ellos y la comunidad. Pero el gobierno no da facilidades para que la carga sea menos pesada para nosotros que vivimos lejos de las ciudades", insistió Sabio, quien vive en la comunidad de Wawas, en la provincia de Bagua, dentro de la región nororiental de Amazonas.

Las inusitadas protestas indígenas que en junio tuvieron como epicentro esta región, pusieron los focos en el escenario de exclusión en el que viven los pueblos indígenas y que desafía los esfuerzos colectivos por reducir inequidades y construir ciudadanía, advirtieron los expertos. Los mayores problemas de escolaridad en las zonas rurales, donde viven mayoritariamente los pueblos originarios, se presentan en la etapa inicial entre los tres y cinco años y en los grados secundarios, entre los 12 y 17 años.

En la etapa inicial, 56,5 por ciento de las niñas del ámbito rural quedan fuera del sistema educativo frente a 58,1 por ciento de los niños, según la Encuesta Nacional de Hogares de 2002. Entre los 12 y 17 años, 25,6 por ciento de las adolescentes de zonas rurales abandona la escuela mientras que los desertores varones son 18,3 por ciento. La inequidad se evidencia más al contrastar las cifras rurales y urbanas.

que sólo 36 por ciento de los rurales lo hacen, según las cifras más actualizadas del Ministerio de Educación. En total, 426.000 niñas de zonas rurales engrosan el millón y medio de la población de entre tres y 17 años que, a nivel nacional, no está matriculada ni asiste a un centro o programa educativo, registra el estudio "Las desigualdades de género en la educación de zonas rurales", de la investigadora Carmen Montero.

Múltiples causas de deserción.- "Las madres no mandan a sus niñas a la escuela cuando se vuelven más grandecitas, porque prefieren que les ayuden en el cuidado de los hermanitos o en los quehaceres de la casa", dijo a IPS el profesor Fidel Datsa, de una escuela en Wawas. La responsable de educación de la no gubernamental y danesa Agencia de Cooperación IBIS, Elena Burga, explicó a IPS que existen razones geográficas, sociales, culturales y económicas relacionadas a la exclusión de las mujeres indígenas del sistema educativo.

La pobreza se concentra en las zonas rurales, en la Amazonía y Los Andes, donde precisamente viven las poblaciones indígenas que en muchos casos deben priorizar actividades de supervivencia sobre el envío de los hijos a la escuela. En la mayoría de comunidades existen escuelas primarias, pero para cursar estudios secundarios las niñas usualmente deben irse a zonas alejadas, lo que atemoriza a los padres.

"Muchos piensan que si envían a sus hijas lejos de sus pueblos, ellas se pueden perder o enfrentarse al ataque de otras personas y ponerlas en peligro", señaló Burga. Para el profesor Datsa "las mujeres tienen poco interés en el estudio" porque suelen casarse a temprana edad y terminan dedicándose al cuidado del esposo y los hijos.

En la provincia de Bagua, 17,4 por ciento de las mujeres no saben leer ni escribir, una cifra que se eleva a 18,9 por ciento al contabilizar a las que tienen entre 25 y 29 años en todas las zonas rurales peruanas. Su analfabetismo impide que puedan apoyar a sus hijos en el aprendizaje de la lecto-escritura, dijo Montero en su estudio sobre género y educación.

Madres luchan por inclusión.- La temprana iniciación sexual de las indígenas influye en su deserción escolar, pero las propias mujeres señalan que esta situación está cambiando, principalmente en las comunidades menos remotas. "Queremos que nuestras niñas estudien, como madres hacemos todo el esfuerzo para que ellas sean mejores que nosotras.

Pero eso no sucede siempre con las mujeres que viven en las comunidades que están más adentro, ellas están más dominadas por los hombres", señaló IPS Julia Esamat, de 53 años y de la comunidad de Nazareth, a tres horas por carretera desde la ciudad de Bagua.

Esamat cosecha en su terreno plátano y yuca y con la venta de sus productos logró educar a sus hijos, que ahora estudian en la ciudad de Chiclayo, en la vecina provincia de Lambayeque.

"Aquí todas las mujeres trabajamos y aprendimos a ganarnos un sitio poco a poco. Las cosas van cambiando aunque todavía hay que vencer al machismo", aseguró. La investigadora del Instituto de Estudios Peruanos, Patricia Ames, explicó a IPS que las mujeres en las comunidades indígenas cumplen el rol fundamental de transmitir prácticas culturales como la cerámica o la cocina. "Asistir a la escuela puede representar para ellas dejar espacios de aprendizaje en sus pueblos", dijo.

"Hay un conflicto legítimo en las mujeres indígenas que debe ser considerado por el sistema educativo porque para ellas esas actividades tradicionales forman parte del proceso de convertirse en adultos desde la mirada de su comunidad", agregó Ames. La poca calidad de la educación brindada se suma a la dificultad en su acceso. En las zonas rurales, ocho por ciento de los estudiantes repiten en la enseñanza primaria y en los espacios urbanos lo hacen 4,6 por ciento, según las cifras oficiales más recientes, de 2007.

Perú cuenta con una ley de promoción de la educación de las niñas y adolescentes rurales, con énfasis en la dimensión de género y un Plan Nacional de Educación para Todos, que forman parte de compromisos internacionales. Pero persisten problemas a la hora de ejecutar estas directivas. No hay una atención eficaz a la educación intercultural bilingüe ni profesores con la suficiente formación para enfrentar el reto de educar en estas zonas vulnerables.

Las escuelas bilingües representan poco más de 10 por ciento de las escuelas en Perú. Este país cuenta con 28,7 millones de habitantes, de los que un tercio son indígenas, y de ellos 48 por ciento mujeres. Los pueblos indígenas amazónicos son 56 y suma en torno a 10 por ciento de la población asentada en esa región, que a su vez representa 13,4 por ciento del total nacional.

En las escuelas bilingües, apenas 10 por ciento tiene un docente por grado, mientras que en 57 por ciento sólo cuentan con uno por cada dos o más grados y en 39 por ciento un único maestro o maestra debe impartir todos los cursos.

Para la especialista en pueblos originarios Karem Escudero, el acceso a la educación y la calidad de enseñanza en las zonas rurales repercutirá de manera directa en los liderazgos que puedan asumir las mujeres dentro del movimiento indígena.

"Aquellas que saben leer, escribir y expresarse bien son vistas como posibles cuadros dirigentes. Ser líder implica tener ciertas competencias y habilidades sociales que la educación formal y no formal desarrollan", advirtió a IPS. Por ello, el ejercicio de un derecho fundamental como la educación permitirá a las indígenas contar con una ciudadanía activa y defender otros derechos de manera organizada para el bien de su familia y su comunidad, resumió la experta. En la imagen: Niñas escolarizadas en una comunidad amazónica. Crédito: Milagros Salazar/IPS.



Publicado: julio 2009

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